Desde que empezó el confinamiento decidí estar atento a los diferentes canales de información que, a lo largo de los años, me han hecho tener una visión más amplia de los acontecimientos mundiales. Después de todo este tiempo, mi intención fue la de crear una perspectiva imparcial, honesta y coherente teniendo en cuenta toda la información disponible a la que pude acceder. Algunas veces puedo ser más imparcial y en otras no tanto por las pruebas que se presentaban en mi búsqueda. Pero por la pruebas, no por las meras opiniones, demasiadas opiniones. Yo quería datos y documentos que avalasen esas opiniones. Lo demás no me valía. El gran obstáculo para compartir mi visión ha tenido que ver con el cuidado en no ser mal interpretado, el riesgo que eso puede suponer para mi como persona y como profesional de la salud como psicólogo sanitario y, sobretodo, por ver la gran dificultad de establecer un diálogo abierto con opiniones diferentes pero, aun así, poder mantener el diálogo. Llegado a este momento, siento una necesidad interna de compartir lo que he podido aprender, con una profunda certeza en mi corazón de que la opción que tengo es la de contar mi visión de los hechos. La opción que tenemos todos es encontrarnos en un diálogo adulto sobre los hechos.
Pretendo presentar en este texto las posiciones de dos científicos en relación a la salud, añadiendo inevitablemente, como estas dos visiones se entremezclan con la pandemia actual que vivimos. Y lo haré con la intención de lanzar la pregunta: ¿con toda esta información disponible, como es posible que socialmente no existan los mecanismos para poder realizar un diálogo que nos permita tomar las mejores decisiones en relación a nuestra salud?
Antes de entrar al tema, me gustaría hacer una descripción para poder clarificar de donde surge mi necesidad de presentar este texto. Siendo psicólogo humanista, con la base de la terapia Gestalt, así como la inspiración de diferentes autores, mi tendencia es a observar con perspectiva la historia del paciente, desarrollar una presencia hacia él, una aceptación de la experiencia que siente, y ayudar a que tome consciencia de como los mecanismos automáticos que aprendió pueden ser el verdadero impedimento para tomar la realidad presente de una forma innovadora, diferente, y que le aporte más paz, salud y confianza, al darse cuenta de que tiene posibilidades de decisión. Si observamos desde este punto de vista, algo que sabemos los que trabajamos en profesiones de ayuda en general, es que crecimos en un ambiente en el que hubo carencias. Unido a esto, una posible definición de trauma tiene que ver con aquello que quedó grabado en nuestro cuerpo cuando algo inesperado y atemorizante nos ocurrió estando solos y sin los recursos suficientes para hacerle frente, dando lugar a un sentimiento de soledad y de desconexión de los demás. De alguna manera, y esta lleva siendo mi investigación hace más de 5 años, nos vimos abandonados por aquellos que creíamos que estaban para cuidarnos. Y no busco culpables ya que todos pasaron por una experiencia similar.
Estas experiencias infantiles adversas (ACE’s por siglas en inglés – adverse childhood experiences) dan lugar a una escisión interna con uno mismo, con los demás y con el mundo. Ahora, si algo ocurre dentro de un proceso terapéutico y que los profesionales vemos que tiene un efecto positivo en la forma como la persona se relaciona con su vida, tiene que ver con la recuperación de las sensaciones corporales, emociones y la actividad mental relacionadas con aquellos momentos en los que dijimos “no puedo con esta situación, con este dolor, este temor, así que me desconecto de mi mismo y de esa experiencia”. Cuando estas sensaciones se recuperan, surge la posibilidad de integrar la vivencia traumática, de poder comprender y tomar consciencia de como después de 10, 20 , 30 o 50 años después, esa experiencia sigue actuando en el presente, muchas veces, colocando más obstáculos a nuestro proceso de crecimiento, maduración y desarrollo personal.
Es decir, recuperamos la información sobre el hecho concreto para poder observar con perspectiva todas las variables que estaban presentes en aquél momento. Y esto es lo que da lugar a una comprensión más amplia de lo vivido en el pasado y en el presente. Es este proceso el que nos lleva a tomar nuevas decisiones, a recuperar recursos personales, a estar más en paz con uno mismo y, por expansión, con los demás y el mundo. Es así como uno recupera su libertad.
Hago esta introducción para dar una visión resumida de los aspectos que nos ayudan a progresar y madurar como personas. Y no creo que esto sea diferente a nivel social. En la situación de confinamiento que estamos ahora inmersos y el susto y desconfianza que nos hace sentir, considero que este proceso de maduración puede verse impedido por la ausencia de un diálogo profundo sobre lo que está ocurriendo. Por un lado existe una versión oficial de los hechos a la que todos tenemos acceso a través de los canales comunes como las televisiones, periódicos, redes sociales u otros medios de comunicación y, del otro, versiones heterodoxas que confrontan la versión oficial. Donde más he podido acceder a esta información, ha sido a través de entrevistas y conferencias de diferentes autores, sobretodo en la plataforma de London Real online. Así, pude conocer a diferentes profesionales, científicos, educadores, médicos, etc., y escuchar sus versiones, así como acceder a la documentación que verifica los datos que presentaban. Entre otros, pude escuchar a Sherri Tenpenny, Rashid Buttar, Andreas Kalcker, Robert F. Kennedy Jr., Andrew Kaufman o Judy Mikovits. Todos ellos son científicos, médicos o investigadores con una experiencia de entre 20 y 40 años. Pretendo centrarme en dos de ellos – Andreas Kalcker y Judy Mikovits – por sentir que son los que mejor he podido conocer a lo largo del tiempo.
De izq. a der.: Sherry Tempenny, Rashid Buttar, Andreas Kalcker, Robert F. Kennedy Jr, Andrew Kaufman, Judy Mikovits.
Quiero dejar claro que no tengo una formación médica, que entender lo que dicen estos autores me ha llevado horas de lectura y que no pretendo tomar partido de ninguna postura, pero si enfatizar lo que es a mi ver una pandemia mucho más antigua, que el físico David Bohm describía como “yo no intento convencerte de lo que pienso y tu no intentas convencerme de lo que piensas. Más bien los dos buscamos la forma de pensar sobre un determinado tema”. (https://www.youtube.com/watch? v=QI66ZglzcO0 – 16min.30s). Es decir, es posible alcanzar un tipo de comunicación que nos lleve hacia la comprensión y que no implique oposición o resistencia.
Empiezo por la Dr. Judy Mikovits
PHD, bioquímica y bióloga molecular, 35 años de investigación en el tratamiento de las enfermedades crónicas, inmunología, epigenética, química de productos naturales, desarrollo de medicación para el VIH/SIDA que revolucionó el tratamiento de estos pacientes salvando millones de vidas, 20 años en el Instituto Nacional de Cáncer en Estados Unidos y más de 50 artículos científicos publicados en las las más prestigiosas revistas médicas mundiales.
En su último libro “Plague of Corruption” (número uno en ventas), ella y el co-autor Kent Heckenlively, buscan colocar y aportar documentación sobre el enorme riesgo que supone el uso de tejido animal en la investigación científica, y el mezclarlo con el tejido humano para el desarrollo de terapias médicas, mientras, al mismo tiempo, se encubre el valor y la eficacia de otras terapias por parte de las agencias estatales y reguladoras como la FDA – Food and Drug Administration en Estados Unidos, el CDC – Center for Desease Control, dos organismos gubernamentales de Estados Unidos que regulan las políticas de salud y de inversión en investigación científica.
El enfoque que los autores aportan sobre la regulación de la salud tiene que ver con cómo se han ido implementando a lo largo de décadas diferentes leyes que, según los autores y los datos que aportan tantos otros médicos, favorecen la industria farmacéutica. En este sentido pude aprender que la ley que fue aprobada por el gobierno americano en 1986 – National Childhood Vaccine Injury Act (NCVIA) – cuyo propósito fue eliminar la responsabilidad económica de los creadores de las vacunas ante denuncias de daños derivados de las mismas. Así desde 1986 las empresas productoras de vacunas no necesitan realizar test de seguridad de las mismas y no serán juzgadas por los daños que puedan provocar. Más, se creó un Tribunal de vacunas paralelo al sistema judicial, donde es prácticamente imposible acceder y, en los casos de familias que si han podido llegar a ese tribunal contra la industria farmacéutica, en realidad tenían que defenderse ante el gobierno americano, lo que entiendo que sería el tribunal supremo en España. Es decir, una empresa hace una vacuna, si algo va mal quien coge la responsabilidad de defender esa empresa es el gobierno y, en caso de que exista una multa hacia esta, es el gobierno quien debe pagar. De inicio, no parece muy justo que los errores de una empresa privada lo pague el gobierno con el dinero de los contribuyentes.
Por otra parte, Judy Mikovits, que denunció la existencia de tejido animal en las vacunas (aisló por primera vez los XMRV – retro-virus causantes de leucemia en ratones pertenecientes a una familia de gamma retro-virus) y su relación con el Síndrome de Fatiga Crónica (otros autores relacionaron la existencia de XMRV con el autismo, Parkinson y Alzheimer), fue denunciada sin cargos, encarcelada, no tuvo derecho a juicio (algo que Mikovits intentó en diferentes momentos pero le fue denegado al haber presentado una larga lista de testigos para testificar ante el jurado), le retiraron los derechos sobre toda la documentación de más de 30 años de investigación en inmunología y el desarrollo de terapias seguras como las vacunas. Ella misma dice que no es anti-vacunas, que su trabajo fue crear estas y otros tipos de tratamientos que favoreciesen el desarrollo del sistema inmunológico. Lo que critican los autores es la composición de las vacunas. Por un lado, el material supuestamente conservante que es introducido en las vacunas como son el mercurio (timerosal), el níquel, aluminio que son considerados por la OMS como sustancias neurotóxicas – “El mercurio es tóxico para la salud humana, y constituye una amenaza especialmente para el desarrollo del bebé en el útero y en los primeros años de vida.”
El otro material que ella encontró a lo largo de sus investigaciones fueron los mencionados XMRV, que Judy y el equipo de investigación que ella dirigía pudieron aislar por primera vez. Así pudieron crear test que permitían identificar la presencia de estos virus en las diferentes enfermedades que investigaron, sobretodo el Síndrome de Faiga Crónica (SFC). Encontraron evidencia de la presencia de este retro-virus en 67% de las personas con SFC y en menos del 4% en la población sana.
En el prólogo del libro “Plague of Corruption” a cargo de Robert F. Kennedy Jr. podemos leer:
”El 8 de octubre del 2009, Mikovits y Ruscetti publicaron sus descubrimientos explosivos en la revista Science, describiendo el primer aislamiento del retrovirus XMRV, y su asociación con el SFC. Sus revelaciones sobre el SFC inmediatamente produjeron reacciones agresivas de los centros de cáncer, obstinadamente resistentes a la ciencia que atribuye el cáncer y las enfermedades neuroinmunes a los virus.
El retroceso se volvió todavía más sombrío cuando la investigación de Mikovits reveló que este nuevo retrovirus, originalmente encontrado en ratones, habían saltado a los humanos por vía de las vacunas contaminadas.
Aun más preocupante para el sistema medico, la investigación de la Dr. Mikvots, mostró que muchas de las pacientes con XMRV tenían hijos con autismo. Sospechando que los XMRV podrían haber pasado de la madre al hijo, como el VIH, Mikovits realizó pruebas a 17 de estos niños. 14 mostraron evidencia del virus. Estos descubrimientos coincidieron con informes de padres denunciando la regresión autística de sus hijos después de una vacunación. Estudios posteriores conectaron XMRV a epidemias como leucemia, cáncer de próstata, enfermedades autoinmunes y la explosión de la enfermedad de Alzheimer.”
Al querer escuchar otra versión en relación a las vacunas, escuché a Alan M. Dershowitz, profesor Emérito de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard. Este hombre defendió después del inicio de la Pandemia de Covid-19, la vacunación obligatoria de toda la población. Su argumento tiene que ver con que la situación del coronavirus es algo que no afecta solamente a una persona, sino que una persona no vacunada puede contagiar a otros. Por ello, dice que la libertad y sobretodo la seguridad de las personas vacunadas se pone en riesgo por la decisión de otras que deciden no ponérsela. https://www.youtube.com/watch?v=-JS7ZWPKUC0&t=492s
Puedo entender que no se puede jugar con la vida de las personas solamente por tener una opinión diferente y tomar las decisiones en consecuencia. Pero me parece un razonamiento de incompleto, una vez que, si desde hace 40 años existen millares de profesionales de la salud cuestionando la seguridad de las vacunas, sus componentes tóxicos o virus adormecidos que ante diferentes tipos de toxicidad (alimentación, contaminación del aire, electromagnetismo, stress, miedo, etc.), se pueden volver agresivos hacia la salud humana, una vez que al crear una situación de estrés en el cuerpo la consecuencia es la desconexión del sistema inmunológico. Y esto es algo que no ocurre por capricho en nuestra biología. Ocurre por supervivencia.
Como describe de forma detallada Robert Sapolsky en su libro “¿Por qué las cebras no tienen úlceras?”, este proceso es parte de la evolución humana, una vez que, como él describe, si estamos siendo perseguidos por un león, el cuerpo desconecta todo lo que no intervenga para preservar la vida de uno mismo. Así, el sistema reproductor se desconecta porque no hay tiempo para planificar lo que va a ocurrir en los próximos meses, el sistema digestivo deja de funcionar e incluso el cuerpo puede hacer una descarga para aliviar peso y así tener más posibilidades de escapar – de esto se deriva la expresión “cagarse de miedo” -, la actividad mental se detiene y no podemos resolver problemas o idear teorías cuando estamos a punto de ser devorados por un león. Y el sistema inmunológico se desconecta también, porque en un momento de urgencia, no importa estar regulando la salud o enfrentar una enfermedad o infección, ya que la situación requiere utilizar todos los recursos para salir vivo en los próximos minutos. Así, concluye Sapolsky, la cebras no tienen úlceras porque si salen vivas de la persecución del león, a los 5 minutos se vuelven a reunir tranquilamente con sus compañeras para pastar.
Los humanos, debido a las condiciones estresantes en un determinado momento, no volvemos a un estado de reposo o calma sino que, mantenemos un estado elevado de estrés por mucho más tiempo y es esto lo que tiene consecuencias catastróficas para la salud de la persona directamente, y para los sistemas de salud de cualquier país indirectamente. No es de olvidar que España es uno de los países líderes en todo el mundo en el consumo de antidepresivos y tranquilizantes ocupando el lugar número 10. Como se describe en El Periódico en mayo del 2019, “la media de consumo en los países de la OCDE era del 6,5 % en el 2016 y en España un punto por encima: un 7,5% de los españoles, según estos datos, toman una dosis diaria para tratar la depresión. “ Más inquietante es saber que 80% de esta medicación es recetada por los médicos de atención primaria y solamente 20% por especialistas (Julio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP).
Para terminar con la incongruencia y el susto, la XII Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (EDADES) 2017-2018, concluye que “los hipnosedantes, el término que engloba el grupo de psicofármacos relajantes del sistema nervioso central como tranquilizantes, sedantes y somníferos, antidepresivos o antihistamínicos” son la tercera droga más consumida, solamente por detrás del alcohol y el tabaco (https://www.mscbs.gob.es/gabinete/notasPrensa.do?id=4460 ).
Volviendo al estrés – si es que esto no le ha puesto ya la piel de gallina – el proceso biológico que describí arriba es bien conocido y, a día de hoy, existen kilos y más kilos de documentación que demuestran el efecto de la vivencia continuada de estrés en el desarrollo cerebral con consecuencias, a veces, para toda la vida, como en el caso de niños que desde temprana edad sienten que no tienen la seguridad suficiente o una experiencia de vínculos sanos con sus cuidadores.
Otro punto que Mikovits apunta es el aumento de niños con trastorno de espectro autista en el año 1991. Este es un debate muy controvertido y casi imposible de debatir con coherencia. Pero siempre me he preguntado como me sentiría siendo padre de un hijo que después de recibir una vacuna, su comportamiento cambia drásticamente. Padres y madres llevan décadas denunciando esto y el primer detalle que reciben es que son anti-vacunas, lo que por rutina significa que no importa lo que tengas para decir. Estás equivocado y punto.
Veamos algunos datos. Antes, desde 1940 hasta 1991, la proporción era de un niño autista por cada 10.000 personas, y después de 1991 llegó a ser de 1 autista en cada 68 personas en el 2004 y algunos autores, en la actualidad refieren la relación de 1 por cada 37 personas. Si el modelo prevaleciente en el autismo es el modelo genético, y si un gen no muta en 1, 10, 50 o 500 años, ¿que fue lo que pasó que disparó el diagnóstico de autismo? Considera Mikovits que la aplicación de vacunas contaminadas con tejido animal, con bacterias y virus animales, es parte de la explicación de este aumento del diagnóstico de este trastorno.
Como Judy, no soy anti-vacunas. Intento ir más allá. Si sabemos que las empresas que desarrollan vacunas no tienen que hacer test de seguridad que incluyan el efecto placebo – lo que reduce el coste de producción drásticamente – y no tienen responsabilidad si causan daños o muerte de bebés o personas adultas, y si además sabemos que desde hace más de 30 años existen personas cualificadas como ella y Robert F. Kennedy Jr. que denuncian la existencia de tejidos animales, de fetos muertos, y de compuestos tóxicos para el ser humano, ¿como es posible que no exista un debate abierto sobre estas cuestiones que tienen influencia en la salud de millones de personas? Porque en este tema, en cuanto hay un cuestionamiento, se juzga a la persona de ser antivacunas y de esta manera se zanja el diálogo que podría aportar una visión más amplia del tema.
Obviamente no soy un experto en este tema. Solamente escucho, leo la documentación que aportan estos autores y sin lugar a dudas, cuando termino de hacerlo, lo que se me hace más evidente es ¿como no existe un debate sobre este tema y se denigra a toda la persona que pone en duda, cuestiona la fabricación y el uso de esta forma de medicina? Lo que también observo y escucho de estos autores es que la prensa científica los ataca personalmente, acusan con el mejor bullying, pero en ningún momento realizan una crítica inteligente o abren una discusión sobre los datos que aportan estos autores con su trabajo de investigación científica.
Como Mikovits dice y afirma una y otra vez, estamos ante una farsa de 40 años disfrazada de ciencia. Ella denuncia actos concretos de personas concretas, defiende sus argumentos ferozmente con datos de sus investigaciones y las de otros autores, y en realidad está haciendo una denuncia de lo que podría ser el mayor escándalo sanitario de la humanidad. Pero aun que dudemos de sus conclusiones, artículos o descripción de los hechos, sería de esperar que alguien que está realizando acusaciones graves sobre personas que deciden los tipos de terapias que son legales y las que no, que dictan a las demás estructuras mundiales de salud los protocolos o medidas a tomar ante la “pandemia”, fuese llevada a un juicio para determinar la veracidad de sus acusaciones. Esto por lo menos sería de esperar en un país perteneciente al llamado primer mundo. Pues no. Aunque Mikovits ha solicitado comparecer ante el senado estadounidense para explicar sus datos, esta posibilidad nunca le fue facilitada. Y esto sería de esperar que ocurriese a alguien que está informando sobre la contaminación de décadas tanto de vacunas como de los suministros de sangre, ya que es a través de estos dos métodos que Judy afirma que los XMRV, y seguramente otros virus y bacterias de animales, fueron introducidas en la biología humana a lo largo de las últimas 4 décadas, teniendo como consecuencia el surgimiento de verdaderas pandemias que antes eran prácticamente desconocidas.
Ante esto, llegado a un punto de conocimiento, puedo confiar en esta mujer o no, pero siento que es imperante que exista de mi parte como profesional de la salud el cuestionamiento de esta información. La pregunta es clara – ¿como alguien como Judy Mikovits no está en la cárcel por calumnia o falsificación de datos de interés público? Y, sobretodo, ¿porque es esta mujer una de las personas más censuradas en todas las redes sociales y plataformas como youtube o vimeo, pero en ningún momento existe alguien que decida de forma coherente confirmar o descartar estos datos que, a mi ver, tienen una coherencia temporal y peso científico avalado por tantos otros científicos del mundo?
Como ella misma dice en su libro, “Cómo es posible que condiciones como la SFC, autismo, enfermedades neurológicas, e incluso el cáncer, se han vuelto tan controvertidas que muchos dentro de la medicina se dan la vuelta y no quieren mirar a las posibles causas de estas enfermedades”. Y sigue: “No se como no podemos todos poner nuestras mentes unidas y desenredar esta cuestión. Tal vez algunas de mis ideas sean correctas y tal vez otras no lo sean. Pongamos todas las ideas bajo el microscopio y veamos que pasa.”
Aquí os coloco uno de los pocos sitios donde se puede ver la primera parte del documental que ha presentado sobre su vivencia e investigación: PLANDEMIC
Para entender el proceso de estos retrovirus os dirijo al libro de Judy Mikovits “Plague of Corruption” donde de forma detallada esta información es presentada. Mi reflexión sobre esto tiene que ver con la intención que existe a día de hoy, junio del 2020, de realizar una vacunación masiva y que es esto lo que nos devolverá a la normalidad. Yo lo tengo claro. Con estos datos encima de la mesa, quiero saber de que está hecha la vacuna que me quieren poner ya que parece incuestionable que el procedimiento de producción tiene aspectos que hacen dudar de su seguridad. ¿Como podemos defender algo sobre lo que hay tantas dudas sobre su seguridad? ¿Como es que el presidente de España ha anunciado la inversión de 50 millones de euros en la empresa GAVI que proporcionará las vacunas, diciendo que “hoy somos más conscientes que nunca de nuestra vulnerabilidad ante un virus desconocido, como el COVID-19. Encontrar una vacuna para hacerle frente es urgente, y hacerla accesible y asequible para todos es fundamental. Porque la salud de la humanidad también es interdependiente y globalizada», cuando justo los diferentes planteamientos que no acceden a los medios de comunicación, ponen en tela de juicio, a través de estudios a lo largo de décadas, la seguridad de las vacunas para la salud humana, al mismo tiempo que presentan otras modalidades de tratamiento para las consecuencias físicas del covid-19? (https://www.lamoncloa.gob.es/presidente/actividades/Paginas/2020/040620-sanchez-vacunas.aspx)
Estaré encantado de recibir una vacuna que haya sido probada adecuadamente, hecha con el tiempo necesario para ser investigada adecuadamente, y que haga mi sistema inmune más sabio. Pero, ante toda la documentación a la que pude acceder, no parece que se establezca un diálogo sobre este tema. Más bien es una verdad que parece incuestionable, exactamente igual que un introyecto, el mandato aprendido, al que seguimos obedeciendo ciegamente sin cuestionar. Es decir, si de niño aprendo que los hombre son mejores que las mujeres y esto no recibe el cuestionamiento necesario, las relaciones que estableceré con las mujeres será de superioridad. Y uno puede vivir toda la vida así. Pero creo que coincidimos que existen otras vías que favorecen la salud, en este caso, tanto del hombre como de la mujer.
Entre algunas de las modalidades de tratamiento que muchos investigadores están nombrando, como la hidroxicloroquina, zinc, interferon – alpha, entre otros, está el dióxido de cloro defendido por Andreas Kalcker.
Él es biofísico que desde hace 13 años investiga el dióxido de cloro con fines terapéuticos. Es detentor de 3 patentes sobre esta substancia para su uso médico y en los últimos meses ha desarrollado un estudio en Ecuador con la Asociación AEMEMI con un 97% de recuperaciones de covid-19 en solamente 4 días. En la actualidad se encuentra realizando un estudio multicentro en varios países y sin que sean los datos oficiales, ha admitido que existen en este estudio más de 500 personas recuperadas de covid-19. Los datos oficiales están previstos para julio de 2020. Es autor de varios libros siendo uno de los más conocidos «Salud Prohibida».
Desde hace 13 años ha sido calumniado y desacreditado por sus descubrimientos. Uno de los argumentos más comunes que podemos encontrar en los buscadores de internet, es la confusión deliberada del dióxido de cloro (ClO2) con la lejía (NaClO). No hay que ser un experto para saber que no son lo mismo químicamente, pero curiosamente este argumento ha sido titular en diferentes noticias, y esto sin duda a puesto una piedra sobre la posibilidad de discutir con evidencias, las diferencias sobre las dos sustancias. También se habla de su peligro de intoxicación y muerte, pero no existe en más de 100 años, una muerte científicamente documentada por ingestión de dióxido de cloro.
A día de hoy, Andreas Kalcker afirma que estamos posiblemente ante el descubrimiento médico más relevante de los últimos 100 años. Toda una afirmación contundente.
Podemos criticar todo lo que queramos, pero, una vez más, ¿como es posible pasar esto por alto y no investigar concienzudamente esta substancia para definitivamente descartarla y descartar al loco de Andreas? Lo que realmente ha pasado es que este investigador ha sido acusado en diferentes tribunales y ha ganado todos y cada uno de los juicios. Siguiendo con el dióxido de cloro, la FDA (Food and Drug Administration) determina que su uso es tóxico cuando inhalado, algo que Andreas y otros investigadores también defienden. Pero el uso terapéutico que defiende este autor es un uso por ingestión y no hay ni un solo estudio por parte de la FDA sobre este uso, más bien se bloquean todas las propuestas de investigación.
En relación al estudio preliminar de Guayaquil, Ecuador, en Mayo del 2020, muchos artículos ponen en tela de juicio la metodología y la ausencia de grupo placebo. Como dice Juan González del Castillo, responsable de Enfermedades Infecciosas de Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), a Maldita Ciencia, un estudio como este «puede ser subjetivo por lo que resulta imperativo que el paciente sea ciego al tratamiento”. No discuto la ausencia de una metodología más seria, pero también estas críticas me hacen reflexionar sobre dos cosas. La primera, que no mencionan que Guayaquil fue de las ciudades más afectadas por muertos en esta pandemia en Ecuador. Imagínense ustedes ser médicos, ver que la población está cayendo como moscas, que sus compañeros de trabajo se enferman y mueren, y la actitud científica sería la de crear un grupo que no toma una sustancia que en 4 días está recuperando a personas con mayores o menores afectaciones, y el otro que si. Realmente, viendo los resultados en pocos días, no me es difícil entender que en un estado de emergencia se tome una actitud científicamente más laxa y que se priorice la vida humana. La BBC el 1 de abril del 2020 ya informaba de que Guayaquil capital de la provincia de Guayas, tenía más muertos que muchos países. Como estudio preliminar que es, necesita más investigación que es justo el paso siguiente que se está dando con los estudios multicentro.
El segundo punto tiene que ver con algo que comenté más arriba. Estas críticas en relación al grupo placebo no las escucho ni leo por ningún lado en relación a la investigación sobre las vacunas. Es más, he podido acceder a esta información a través de las personas que son desacreditadas por las instituciones médicas, periódicos, borrada su páginas web, vídeos, documentación y entrevistas de los diferentes canales de youtube, o libros de amazon, o sus cuentas de paypal. No se…yo veo una contradicción en todo esto y una terquedad que impide resolver la cuestión.
Una posible conclusión
Podría seguir hablando de las contradicciones que fui encontrando, pero no me interesa hacerlo. No pretendo crear una teoría sobre estos sucesos. No tengo ni el interés ni ganas, y prefiero dedicar mi tiempo a algo más real. Me interesa plantear preguntas y reflexiones sobre la forma como discutimos socialmente sobre temas candentes con todas las opiniones y visiones de diferentes ángulos.
Prefiero preguntarme ¿Que nos ha ocurrido que, a día de hoy cualquier persona es desacreditada si no cuenta la historia que el otro quiere escuchar? ¿Qué ha pasado que parece que nos entendemos cada vez menos y no nos permitimos escuchar sin agredir o ridiculizar? ¿Como es que estamos dispuestos a vivir desconectados unos de otros por las diferentes visiones que cada uno tiene? ¿En que momento aprendimos que esta era la forma de estar en sociedad?
Cuando en un proceso terapéutico uno se encuentra con una contradicción, nuestra responsabilidad como profesionales de la salud debe ser la de crear las condiciones en las que esta contradicción puede ser estudiada y más que descartada, puede ser comprendida. Este acto de buscar la comprensión creo plenamente que es el que nos acerca a una forma de percibir las relaciones o las situaciones del mundo desde otro ángulo que normalmente, más que buscar tener la razón, proporciona un acercamiento entre las diferentes posturas. De la separación y el acatar el orden, se puede pasar al vínculo y a la conexión.
Decía Fritz Perls en relación a esta búsqueda de entendimiento, algo así como que “las personas agradecen que uno sea honesto. Y las que no lo hacen, tampoco es conveniente tenerlas como amigas.” Con esto, hablaba del respeto que las personas tienen por la opinión de uno. Si alguien solo me respeta porque digo lo que quiere oír, entonces es que es una persona para la que tiene poca importancia los que yo soy, soy un apéndice suyo para su propio provecho. Y cuando esto nos ha pasado, sea en la infancia o ayer mismo, uno se siente frustrado, enfadado, triste o decepcionado por no haber tenido la comprensión del otro.
Me parece que esta pandemia de resistencia hacia todo lo que no entre en nuestras ideas o conceptos, solo nos está llevando a ser una sociedad cada vez más separada, más aislada y a asumir una vida más o menos rígida en la que uno es el dueño de la razón. Este es un virus al que no se atiende mucho, por más que autores desde hace siglos vienen avisando de los peligros de construir una sociedad de esta forma. Una sociedad traumatizada, con carencias y con dificultad para comprender que, como humanos, nuestra naturaleza está programada para estar en conexión con los demás. Nuestra naturaleza es vulnerable y finita. Durante el tiempo que tenemos en esta vida no vivimos un solo día aislados de lo que nos rodea. Continuamente estamos en contacto con el aire, el agua y toda una Naturaleza que nos sostiene. Y de forma continua estamos en contacto con las demás personas y nos conformamos en función de las relaciones que establecemos con ellas. Y tenemos una posibilidad delante de nuestras manos: ver la inmensidad de nuestra naturaleza como seres vivos, o reducirnos a unas pocas características que creemos que nos definen para hacer nuestra vida más limitada, más reducida, mientras vivimos en una torre con todas nuestras razones.
El desarrollo personal está íntimamente relacionado con el desarrollo social. Y la ceguera de no ver más allá de aquello que tomo como verdad, de no ver aquello que puede llegar a cuestionar la definición que tengo de mi mismo, cuando se convierte en la norma, es una ceguera que nos lleva a morir en vida. La muerte llegará sin duda. Mientras, la experiencia de vida está disponible para todos y todas y, en un momento como este, creo que es importante tener presente que existen varias decisiones para tomar: ¿cómo quiero hacer de mi vida un lugar con sentido, un lugar para el aprendizaje, la transformación y la libertad? ¿cómo quiero utilizar mi tiempo y con quien? ¿con los que me proporcionan respecto y comprensión por muy diferente que sea mi postura, o con los que, sin diálogo ni interés, juzgan sin cuestionar, critican para destruir?
El momento actual me hace plantear estas preguntas. Para algunas tengo respuesta y para otras no. Este confinamiento ha estado plagado, curiosamente, de encuentros con personas que desafían y cuestionan mi forma de actuar o pensar, pero esto no ha dado lugar a una actitud de rechazo, sino más bien a una actitud de interés y de sentir que yo tenía mi lugar y el otro el suyo. Que no teníamos que pensar lo mismo para pertenecer al mismo bando, sino que nuestras diferencias han sido motor de más interés y, con ello, de profundizar en la idea de que muy pocas cosas me/nos definen. Más bien elijo definirme. Y cuanto más me defino más me defiendo de lo que puede hacer tambalear ese muro de definición. La diferencia entre apegarme a mi definición o no, radica en el sentimiento interno de libertad y derecho de vivir la vida, de construirla atravesando diferentes estados emocionales, mentales y espirituales. La libertad de tomar la vida aun sabiendo que, casí siempre, carece de sentido. La vida es. El sentido que tiene es más una construcción de significado que elaboramos cada día que siempre puede ser el último. Y creo que es esta búsqueda constante la que me hace cuestionar la información aportada por los dos autores que brevemente describí, así como la versión de los hechos que, a mi ver, no cuadran con la evolución de los acontecimientos desde el surgimiento de esta nueva enfermedad.
La intención de este texto siento que la he alcanzado – crear una perspectiva imparcial, honesta y coherente teniendo en cuenta toda la información disponible a la que pude acceder. Como persona, tengo mi trampas y por ello se me hace imposible ser totalmente imparcial. Tampoco creo que lo tenga que ser. Más bien considero que tengo que ser honesto conmigo y con mis actos. Mi profesión me exige esto mismo, pues solo así puedo ser honesto con la persona que tengo delante.
Como deseo,
Ojalá los acontecimientos de los próximos meses nos ayuden a clarificar los pasos a dar para cuidarnos.
Ojalá las decisiones puedan ser tomadas por expertos y no por «opiniólogos».
Ojalá nos cuide la vida, y podamos alcanzar la sabiduría para cuidarla.
Me parece una interesante investigación, basada en datos concretos que nos hace cuestionar nuestra actitud ante la salud individual y colectiva y la necesidad de comprender que lo personal y lo social van a la par. Permitirnos el cuestionamiento de lo que oficialmente se dice , sin que ello sea un ataque , sino más bien un enriquecer la mirada y junt@s poder dialogar para construir una sociedad más sana. Como dice Alberto Bidarra » la salud de la humanidad también es interdependiente y globalizada «
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Un honor recibir tus palabras Ramiro. Que perduren nuestros buenos encuentros.
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