A veces
todos los días malos, los temores y las ausencias
parecen reunirse en el mismo día.
Yo me quedo sin saber donde, cuando y cómo
desesperado con la carga electrizante de toneladas de tierra
sobre mi pecho…
el mismo que no sabe si esperar
si ir o quedar…
parar ante el aluvión de llamas en la piel,
con el viento en contra y la impotencia como suelo.
Después de mirar a todos los lados,
después de todas las puertas caídas,
solo una última me queda para acudir.
En ella encuentro el abrazo
El calor que necesito para, frágil,
acogerme a la canción que es el tacto.
El tacto de la memoria donde también
tu mirada pide auxilio…sin encontrarlo.
Ahí descanso, inerte y vivo
esperando con esperanza
aunque sin mirar adelante.
Lo que toca ahora
es sentir el abrazo donde, frágil,
se que la reunión terminará
y yo recuerdo de nuevo
que nada es eterno
y todo pasa.