En terapia ¿Qué ocurre?

sillas terapia

Que, por un momento, en un espacio donde no están ninguno de tus conocidos, familiares, compañeros de trabajo o amigos, puedas ponerte en primer lugar, y desde una posición más elevada (no tanto físicamente sino más bien conscientemente) puedas observar qué estás haciendo que no te lleva a donde quieres estar (más cerca de los demás, más tranquilo/a o menos ansiosa/o, o con menos miedo, etc.). Y es que lo que hacemos siempre se convierte en normalidad y, a los ojos de la consciencia, se convierte en ceguera. Por ello el espacio terapéutico, entre otras cosas, te ofrece la oportunidad de tener una observación más completa de tu situación al mismo tiempo que un profesional te aporta una visión de lo que haces de más o haces de menos, el efecto que tiene en tu ánimo, en tu salud, etc.

Y la gran mayoría de las veces no hace falta preguntar por lo que uno tiene que hacer. Uno lo descubre por si mismo al ver que está pasando, qué está haciendo o cómo lo está haciendo.

A veces les digo a mis clientes que lo más fácil para mi sería darles una lista de mandamientos para que su situación vaya a mejor. Pero también les digo – “Es que yo no lo sé!”. Y, más allá de ver que hay cosas que la persona está limitando sus respuestas ante la vida y dándose más o menos conscientemente contra la misma pared, si hago este trabajo es por una confianza en que cualquier persona, con el acompañamiento dedicado y profesional, puede redescubrir la confianza en si misma, que existe esperanza en uno mismo para crear una vida más vívida. Y esto requiere, como en todo en la vida, un compromiso hacia uno mismo para aprender, observar, escuchar y practicar.

¿Qué se hace a veces inevitable en terapia?

Que este proceso de avanzar hacia un estado más sano de nuestro ser, implica muchas veces atravesar por el dolor, por la frustración, por el bloqueo, por el miedo y la ansiedad de “no saber”, por la carencia real que uno ha vivido en su vida y las consecuencias que tuvieron y tienen en la actualidad. Y este es un proceso que duele…pero pude doler menos o, este dolor puede tener menos influencia en nuestra vida.

Y no se trata de un proceso masoquista, sino que es un proceso de limpieza, de recolocar lo que se desorganizó y que hemos guardado en la habitación del fondo que seguimos intentando mantener cerrada. Es un proceso en el que uno puede llegar a tener la experiencia de que no es esa historia dolorosa o de dificultades. Uno es más que eso. Hay otras posibilidades por explorar. Y es precisamente toda la fuerza que hacemos por mantener esa historia dolorosa escondida, la que nos hace estar condicionados por ella en la forma como nos relacionamos con los demás, en la forma de tenernos en cuenta a la hora de cuidarnos, en la forma de tratar a los hijos o a los padres, en la forma de buscar o valorizar nuestro trabajo o pareja…en la forma como vemos la vida. Pero es la forma. Poco a poco, con el paso del tiempo vamos quedándonos solamente con una forma, la que consideramos única y que nos atrapa, con la que nos identificamos y defendemos a muerte, y a partir de la cual juzgamos las demás formas.

Hoy escuchaba una ponencia de Alfonso Alcántara que decía: “Estamos muy pendientes de criticar el objetivo de los demás en vez de perseguir el nuestro.”

Se puede decir que el proceso de terapia es en una gran parte un proceso de tolerancia hacia uno mismo y hacia los demás. Y la tolerancia genera expansión. Expansión de la visión de uno mismo, de nuestros límites y capacidades, de nuestra percepción. Expansión de nuestras formas más o menos limitadas que nos impiden el crecimiento.

Y la expansión genera respeto. Respeto por el valor de lo que hacemos y de lo que hacen los demás. Respeto por el lugar de cada uno. Respeto por mi lugar en esta vida.

La realidad está clara. Dentro de 100 años ninguno de nosotros estará aquí. Posiblemente nadie se acuerde de nosotros y seamos (si la cosa no ha ido tan mal) una foto en una estantería. Así que, ¿no tenemos el derecho de buscar una vida con menos sufrimiento, una vida más vívida? ¿No tenemos el derecho a soñar y a buscar ese sueño?

La terapia es sin duda un apoyo en este proceso de resolución de conflictos o de crecimiento cuando, tan conocidos por todos y todas, la vida nos da los inevitables meneos.

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