Para que exista silencio absoluto es necesaria una escucha absoluta.
No es posible intentar crear silencio absoluto. Es de sobra conocida la sala donde es posible aislar todo el sonido exterior. Pero claro, entramos nosotros dentro de esa sala, con la cantidad de sonido y ruidos internos, físicos y mentales, y a ver cuanto tiempo de silencio absoluto existe en 5 minutos que pasemos allí.
Por mi parte poco, aunque lo sigo intentando. Pero la frase surge no tanto de un silencio físico, sino más bien un silencio en el estar. Un estar que no engancha ni se engancha, que no va detrás ni se hecha para atrás. Un estar donde uno se entrega a la realidad, sin el ruido mental que dice que lo bueno y lo malo, lo que le gusta y lo que no, que comenta las ilusiones y expectativas, que transforma la realidad para que se ajuste a nuestro gusto, intentando cambiar los otros para que se ajusten a nosotros, o intentando mascararse uno mismo para adaptarse a los demás,un ruido que lucha por cambiar lo externo para adaptarlo a lo interno. Un lucha, constante, en la que podemos pasar una vida entera sin siquiera percibirlo. Una lucha de la que somos dependientes, atroces consumidores de una fantasíaque tantas veces nos aparta, nos ciega de nosotros mismos o del que tenemos en frente. Solo hay que probarlo: siéntese delante de su compañero o compañera durante 5 minutos sin hablar, mirando sus ojos.
Fritz Perls decía: «Deja que sea la vida la que decida, que según lo que pida tu puedes dar» – porque de todo tenemos.
Esta escucha absoluta tiene más que ver con la actitud, que también puede ser un sentimiento, para estar presente, sin nada que hacer. Este silencio absoluto tiene más que ver con la desidentificación de todos los personajes que tenemos y poder escuchar más allá de ellos. Cuando estas dos se combinan, aunque sea por un breve instante, algo innombrable se hace infinitamente más amplio, hermosamente expandido. Y tal vez sea esta nuestra verdadera casa, amplia, despierta y con inmensas posibilidades para ser. Lo otro, lo contrario a esto ya lo hemos institucionalizado y se llama cárcel.