Llevo dos días en los que me doy más cuenta de lo rápido que pasa el año. Dentro de nada en septiembre de nuevo. Que rápido pasa todo. Me doy cuenta de como mi cuerpo ha cambiado a lo largo de los años y tengo la sensación de que pasaron unos cuantos días.
Los cambios se sucederán, a saber cuales, cuantos y cuando, pero seguro se dejarán sentir en el cuerpo de forma inevitable. Como todos, me acerco al momento, también inevitable de mi desaparición, de mi muerte. Y es que esto se acaba rápido.
Entonces pienso en que ando haciendo en mi vida, si tiene sentido o es simplemente un matar el tiempo antes que este me mate a mi. Y como respuesta, otra cantidad de pensamientos aparecen, tantos que casi escribo un manifiesto a la Vida.
Porque la verdad es que todos pasamos por la carencia en esta vida. Es de hecho esta carencia la que crea nuestro carácter y nuestra manera de vivir. Esta marca que todos tenemos grabada nos acompaña durante, como poco, los primeros años de vida y en muchos casos nos mantiene en la repetición de la misma carencia, de la misma incapacidad, de la misma falta.
Así que me pregunto si no será esta vida una oportunidad para ir más allá de esa carencia, de esa repetición neurótica del hacer, pensar y sentir que nos mantiene realmente atados y con una ilusión de libertad. ¿No será una oportunidad para buscar eso que realmente soy? O por lo menos ¿para ver lo que realmente no soy?
De un trabajo de formación en el SAT 1 con Gema López Torres (teatro terapéutico) una frase se sigue repitiendo en mi cabeza – Esto no soy yo. Ante cualquier definición de mi o de mis características esta frase era la que seguía. Un buen mantra, si se quiere tomar así, para poder abrir un paisaje amplio e inabarcable de posibilidades de vida, de posibilidades de ser.
¿No servirá realmente para esto los años que andamos por aquí? Para encontrar formas que nos ayuden a desplegarnos como alas de albatros, para tener los sentidos abiertos y dejarnos sentir vivos, dejarnos llenar por la esperanza en el movimiento incesante del respirar, para sentirnos unidos, aun en el conflicto, con nosotros mismos y con los demás, para sentir que tengo los pies realmente anclados a la tierra que no me deja caer y descubrir por primera vez el sabor de la fuerza y pasión que no conocía. Para confiar. Para tener fe. Para, sin ninguna duda, establecer cada paso de mi vida como guía, las sectas como propuestas, las ideologías como ideas y mi verdad como la verdad sea o no compartida por los demás para comprender que todo lo que ahora está presente no lo estará en breve.
Y entonces…que queda?
Me guio por una frase que escuche hace muchos años y que una vez más no recuerdo de quien es. La verdad es que no recuerdo si la leí, si la escuché pero dice algo así:
– “Adonde vayas establece un radio de 50 metros a tu alrededor. Ese es tu campo de acción, donde puedes cuidar todo de la forma más preciada que te sea posible en ese momento, sean relaciones, amistades, animales, plantas, lugares, silencio, palabra, escucha, suelo, aire, piel, casa, arte, sonrisa…y agradece, porque puede que no vuelva jamás.”
No lo experimento como un mandato de paz porque a veces cuidar de verdad, amar de verdad implica decir lo que no es tan agradable (y la paz que esto trae), sino que lo vivo como una posibilidad de tener el poder para decidir que me hago cargo de mi vida y mis circunstancias, que me hago cargo del radio de 50 metros en el que yo estoy integrado como una parte más. Lo tomo como una posibilidad para ser y despertar más consciencia sobre mi mismo y lo que me rodea.
Tal vez el día que me muera me daré cuenta de que el radio de 50 metros no existía. De momento existe, me sirve y es importante. Aunque yo tampoco soy eso.
Es por esto que siento que la psicología humanista, la gestalt y otras vinieron a aportar tanto y a servir de empuje para seguir un camino que me llena, un camino para acompañar a las personas que vienen a terapia que a veces no saben por donde, a veces están perdidas, a veces buscando demasiado. Aprendemos los dos, buscando, escuchando y tomándonos en serio.
Termino con una frase de Gurdjieff que retiré de un blog que me parece de lo más interesante: EL CUARTO CAMINO “El hombre es un ser que puede hacer, y hacer significa actuar conscientemente por propia iniciativa y es haciendo que el hombre comprende”. G.I.Gurdjieff
Un hacer para sembrar honestidad, voluntad y perseverancia.